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miércoles, abril 18, 2007

Mario Bellatin private sessions


La primera vez que leí un libro de Mario Bellatin (Poeta ciego), me deslumbró. Por alguna razón, además de la portada, el libro me dejo una sensación similar a la que me dejan las pinturas de Julio Galán o la película Santa sangre. Cierta inquietud morbosa. Y una gran admiración.

A los pocos días busqué Salón de belleza, y ya picado y en el área compré Flores, Canon perpetuo, Damas chinas y Efecto invernadero.

Desilusión del cronopio. Si Salón de belleza, y en menor medida Flores, me confirmaron la maestria que encontré en Poeta ciego. Con las últimas tres (que en sentido cronológico serían las tres primeras) no pude evitar sentirme estafado.

Repetitivo, aburrido, a medias; me pareció ver a alguien que tras el exito de un texto bien logrado nos quería vender sus "apuntes", sus "borradores", y que aprovechándose de nuestra calidad de consumidores compulsivos y poco críticos nos vendía sus private sessions, sus demos, sus maquetas, sus b sides, como rarezas literarias, joyas experimentales. Después recordé ese comentario acerca de que los poetas sólo escriben un solo y largo poema. En el caso de Bellatin el dicho aplica a la perfección. De hecho, la publicación de su obra reunida en Alfagura me parece muy atinado, ya que bien puede leerse como un sólo libro, o como variaciones sobre un mismo tema.

Pero quién sabe, tal vez Bellatin, divertido de que nadie se haya atrevido a señalar la desnudez del rey, guarde un as bajo la manga y vuelva a sorprender a este desencantado lector.

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