Claudia odiaba a Ripstein
Claudia.
Claudia acostumbraba asumir como suyas las opiniones y gustos de moda, y si eran políticamente incorrectos mejor. Esto no sólo me hizo desconfiar un poco de sus opiniones, sino de sus entusiasmos y antipatías. Su repentina afición por Almodovar, Lynch y Kieislowsky me parecían prefabricadas y en contradicción con el desagrado que le ocasionaba Cronenberg o Alex De la Iglesia (sobre todo si consideramos que Cronenberg comenzó a ser de su agrado luego de las buenas críticas que recibiera Crash, mientras que cuando supo que Almodóvar había sido padrino de De la Iglesia, sus opiniones negativas se convirtieron en un: Es que tengo que verla otra vez para apreciarla mejor.
El cine que merecemos los mexicanos.
Arturo Ripstein se convirtió, desde finales de los años 80 en el villano preferido del cine nacional. Para mediados de los 90, junto con Paz García Diego, su esposa, eran el blanco favorito de críticos cinematográficos; las declaraciones de ambos provocaban el enojo y la burla de la comunidad cultural no oficial. Cuando Profundo carmesí se estrenó en la muestra internacional de cine, las reacciones no se hicieron esperar. Y a pesar del éxito internacional que presidía a la cinta, esta no tuvo buena acogida. De hecho, las críticas alcanzaron tal acidez que los suplementos culturales de aquel entonces se llenaron de artículos, reseñas y pleitos relacionados. Recuerdo con particular gusto la frase de García Diego: Los mexicanos tienen el cine que merecen. Aún hoy, demasiado perezoso para investigar, me pregunto de qué nacionalidad será doña Paz.
Profundo Carmesí.
Como es de esperarse, Claudia se unió al ejercito de detractores de Profundo Carmesí, y por lo tanto de los esposos Ripstein. Yo, que por lo regular acudía junto con ella a las funciones de la muestra internacional de cine, no pude ver la película por culpa de unos exámenes. Aún así, las opiniones de otros amigos y conocidos coincidían en señalar la calidad de la cinta. Así que cuando llegó Claudia, soltando mierda contra Profundo Carmesí, arremetiendo contra la obra de Ripstein, sus personajes, el güión de la película, mi comentario se limitó a: Ayala Blanco (y todo el suplemento Sábado, del extinto Uno màs uno) es tu gurú ¿verdad? ¿Te gusta algo que él no recomiende? Resta decir que mientras duró nuestra relación, Profundo Carmesí, y por añadidura Ripstein, fue un tema delicado.
La pena ajena.
La semana pasada, luego de años postergando la ocasión, por fin tuve oportunidad de ver Profundo Carmesí. ¡Qué desperdicio! A los 12 minutos ya estaba arrepintiéndome por no haber comprado otra película, por ejemplo Romasanta. Un güión que avanza a tropezones, una historia poco creíble no por insólita sino por lo absurdo de sus diálogos, la unidimensionalidad de sus personajes, lo abrupto de los hechos: en resumen: el abuso total hacia los espectadores, a quienes los Ripstein deben considerar subnormales, sobretodo luego de declaraciones como la de García Diego. Acabé de ver la película más por disciplina que por gusto, y con un severo dolor de cabeza tuve que reconocer que por una vez Claudia merecía el derecho de la duda.
Claudia acostumbraba asumir como suyas las opiniones y gustos de moda, y si eran políticamente incorrectos mejor. Esto no sólo me hizo desconfiar un poco de sus opiniones, sino de sus entusiasmos y antipatías. Su repentina afición por Almodovar, Lynch y Kieislowsky me parecían prefabricadas y en contradicción con el desagrado que le ocasionaba Cronenberg o Alex De la Iglesia (sobre todo si consideramos que Cronenberg comenzó a ser de su agrado luego de las buenas críticas que recibiera Crash, mientras que cuando supo que Almodóvar había sido padrino de De la Iglesia, sus opiniones negativas se convirtieron en un: Es que tengo que verla otra vez para apreciarla mejor.
El cine que merecemos los mexicanos.
Arturo Ripstein se convirtió, desde finales de los años 80 en el villano preferido del cine nacional. Para mediados de los 90, junto con Paz García Diego, su esposa, eran el blanco favorito de críticos cinematográficos; las declaraciones de ambos provocaban el enojo y la burla de la comunidad cultural no oficial. Cuando Profundo carmesí se estrenó en la muestra internacional de cine, las reacciones no se hicieron esperar. Y a pesar del éxito internacional que presidía a la cinta, esta no tuvo buena acogida. De hecho, las críticas alcanzaron tal acidez que los suplementos culturales de aquel entonces se llenaron de artículos, reseñas y pleitos relacionados. Recuerdo con particular gusto la frase de García Diego: Los mexicanos tienen el cine que merecen. Aún hoy, demasiado perezoso para investigar, me pregunto de qué nacionalidad será doña Paz.
Profundo Carmesí.
Como es de esperarse, Claudia se unió al ejercito de detractores de Profundo Carmesí, y por lo tanto de los esposos Ripstein. Yo, que por lo regular acudía junto con ella a las funciones de la muestra internacional de cine, no pude ver la película por culpa de unos exámenes. Aún así, las opiniones de otros amigos y conocidos coincidían en señalar la calidad de la cinta. Así que cuando llegó Claudia, soltando mierda contra Profundo Carmesí, arremetiendo contra la obra de Ripstein, sus personajes, el güión de la película, mi comentario se limitó a: Ayala Blanco (y todo el suplemento Sábado, del extinto Uno màs uno) es tu gurú ¿verdad? ¿Te gusta algo que él no recomiende? Resta decir que mientras duró nuestra relación, Profundo Carmesí, y por añadidura Ripstein, fue un tema delicado.
La pena ajena.
La semana pasada, luego de años postergando la ocasión, por fin tuve oportunidad de ver Profundo Carmesí. ¡Qué desperdicio! A los 12 minutos ya estaba arrepintiéndome por no haber comprado otra película, por ejemplo Romasanta. Un güión que avanza a tropezones, una historia poco creíble no por insólita sino por lo absurdo de sus diálogos, la unidimensionalidad de sus personajes, lo abrupto de los hechos: en resumen: el abuso total hacia los espectadores, a quienes los Ripstein deben considerar subnormales, sobretodo luego de declaraciones como la de García Diego. Acabé de ver la película más por disciplina que por gusto, y con un severo dolor de cabeza tuve que reconocer que por una vez Claudia merecía el derecho de la duda.
1 Comments:
Uta... sabes me suena esta experiencia, algo parecido de seguro me ha pasado, si tan solo por ser tan metida en el sine y su critica.
Hmmm. Gracias por la advertencia.
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