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miércoles, agosto 03, 2005

Hell hath no fury

Hacía ya tanto que no me leía un libro en una sola sentada, aunque debería decir acostada, ya que lo leí en cama. Lo comencé por ahí de las 9 y terminé con el a eso de las 5:30. A partir de las 3 comencé a decirme: un capitulo más y le sigo mañana. Cuando vi que faltaban menos de 50 páginas dije: a la mierda, yo lo termino aunque mañana ande como zombie por la oficina. El libro se llama Por qué yo, de Donald E. Westlake, de la colección Etiqueta negra. Ya tengo en la mira otros dos titulos de este señor, Killing time y Cops and robbers. Dicen las malas lenguas que Killing time es el bueno. Ya veremos.

Aproposito de los libros de Etiqueta negra, en una visita al dentista encontré un depósito de revistas viejas. Nomás por guarecerme de la lluvia entré al local, me puse a buscar algún número de Heavy metal, no hubo, pero encontré algo mejor: la colección casi completa de Círculo del crímen, publicada en España durante los ochenta, en formato pulp, en excelente estado y mejor precio: 8 pesos cada una!!! Compré: El tercer hombre (Greene); La década prodigiosa (Queen); Desde Rusia con amor (Fleming); Tiempo de matar (Westlake); Un loco asesinato (Himes); La banda del turbante (Himes); y otras ocho más que no me vienen a la memoria pero entre las que destaca una de Frederic Brown, el autor de Universo de locos y La noche através del espejo.

Lo cierto es que luego del libro de Westlake he entrado en una especie de sopor que aun no se disipa del todo. Me caga esta montaña rusa emocional. Y me caga todavía más ser presa de lo inmediato, preocuparme porque las ventas han bajado tanto que la empresa no puede pagarnos las comisiones de los proyectos que ya terminamos; preocuparme por tener que entregar un proyecto que me hace trabajar incluso fines de semana y salir a las 10 de la noche de la oficina; preocuparme por esa inestabilidad económica y laboral que ronda en forma intermitente mi vida; por la salud de quienes quiero *que por cierto no mejoran*; preocuparme por esta vocación de ostra, este aislamiento voluntario que no sé cómo manejar y que por lo general se vuelve contra mi. Pero aquí no hay autocompasión, hay furia, hay ira, hay esas ganas de vengarme de todo en una forma elegante y luego hacer erupción sobre mis ruinas.

Eso es lo que hay.