Gore gore gore, tilin tin tin

Debo admitirlo. No siempre me gustó el gore. Muchos amigos decían que si me gustaba el "terror", la ciencia ficción y la fantasía, así como los comics, el rock y demás linduras alternativas, TENIA que gustarme el gore. Son divertidas wey; son la neta; son una burla del american way of life, wey; la historia es lo de menos, etc, etc. Esos eran los argumentos de mis amigos para defender el cine gore. Pero divertirme con la mayoría de esas películas se me figuraba similar a divertirme con las pendejadas del Dr. Candido Pérez. Pastelazos, gags, tropezones, eso sí, todo barnizado de incorrección política.

Pero también debo admitir que muchas de mis películas y personajes preferidos venían del cine gore y sus alrededores. Freddy Krugger (sí, y toda la saga, pus qué), Pinhead (y las dos primeras de Hellraiser), Angel heart, The Texas chainsaw massacre, Creepers, The Blob, Videodrome, They come from within, Rabid, y muchas otras psicotronías, eran (y algunas siguen siendo) neta de netas en mi netodromo particular. Pero aclaremos, las visceras y la sangre, por sí mismas, no eran lo que me entusiasmaba (y eso que mi padre era carnicero), esas cintas tenían algo más.

Esto viene a cuento porque hace unos días vi Slither. Joder, fue como volver a los viejos tiempos. Fue revivir esas pintas en la secundaria. De verdad que ninguna película de terror me ha hecho salir tan contento del cine en varios meses. Esa mezcla de satira social y guarradas... wow. Y no fue necesario que la cinta hubiese sido producida por Wes Craven, tampoco fue necesario que Takashi Miike y Guillermo del Toro hiciesen cameos, mucho menos que Tarantino la etiquetara como la película más terrorífica de la década, o que viniese precedida por premios de este y otro festival independiente de cine.

Bien decía Clive Barker que leer sus libros sólo por los detalles truculentos (violenccia y sexo), era como ir a ver El rey Lear sólo para ver como le arrancan los ojos a Gloucester.