Sueños
A veces me das miedo, dice Pam. Me lo dice mientras se quita de los ojos un mechón de pelo. Y por qué miedo? pregunto. Anoche, me cuenta, te despertaste en la madrugada y me preguntaste dónde estabas. Te dije que estabamos en tu cuarto, en tu departamento. Tú abriste los ojos muy grandes y me dijiste que ya sabías que estabamos en el cuarto, en el departamento, en el edificio, pero que dónde estabamos. No supe que decirte. Tu volviste a quedarte dormido. Ah, eso... le digo, es que a veces tengo sueños muy vividos, ¿no te ha pasado que aveces no sabes si soñaste algo o si lo viviste? No, me contesta, no me ha pasado. Yo pienso que acaba de perder la oportunidad de contestarme que, por ejemplo, en ese momento sigo dormido y ella sigue en Xalapa, que no hemos pasado juntos el fin de semana, y que no habré de despedirme de ella por la tarde. Que todo ha sido un sueño. Pero yo no pierdo la oportunidad, y por si las dudas, antes de que algo me despierte, vuelvo a hundirme en su cuerpo.
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