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viernes, diciembre 14, 2007

Random libros

Pocas veces soy disciplinado con mis lecturas. Quiero decir que por lo general leo 2 o 3 libros al mismo tiempo, salvo que me encuentre con una de esas, cada vez más raras de encontrar, joyitas absorbentes que no puedes soltar ni después de la última hoja. Por ejemplo, en el último mes he iniciado Varamo (César Aira); América (James Ellroy); Un ciego con una pistola (Chester Himes); Todas las fiestas de mañana (William Gibson); y Milenio negro (J.G. Ballard). Con Aira nomás no, por muchas reseñas que lea en las que se habla de su genialidad y maestría, el tipo me genera una hueva fenomenal. Y como yo soy de los que piensan que un autor o libro es bueno por lo que te deja, y no por el hype que genera, le di carpetazo luego de las primeras 40 pgs. Que te parecen pocas pags? Cierto, pero considera que las novelas de Aira dificilmente sobrepasan las 120 pags. En fin, es mi culpa por querer entender los meritos que tanto le endilgan al argentino. Lo único bueno fue que lo leí en un viajecito a Cuautitlan Izcalli, tiempo que pude ocupar mirando por la ventanilla, así que no me duele tanto. Himes y Ellroy son otra cosa, su fuerza es tremenda, tanta que por momentos, al menos con Ellroy, necesito sacar la cabeza del libro y respirar aire fresco. Himes me da vertigo. Emociones fuertes que se agradecen. El libro de Gibson (que por cierto también comnpré en el tianguis del Chopo, y a 70 pesos, igual que el buen Sifuentes -sospecho que incluso fue en el mismo puesto) no me ha parecido tan bueno como creí, pero disfruto leyéndolo, me encanta la forma de narrar de Gibson. Siempre he pensado que más que cf es como leer a Baudrillard en clave de ficción. Por último Ballard, otro posmoderno, y su Milenio negro. este libro ha resultado especial porque toca dos de los temas que más me interesan para explorar como ficciones: la revolución posible, y la violencia sin sentido. En Milenio negro la clase media inglesa se rebela sorpresivamente contra sus propios valores: el trabajo, la escuela, el consumismo, el status quo. Los yuppies de Ballard, los mismos que bien podrían haber habitado las pàginas de Rascacielos, Noches de cocaína o Super Cannes, descubren un día que su confort es sólo el opio que les impide ver que son la nueva clase obrera, y que sus supuestos privilegios son sólo un paliativo para mantenerlos dóciles y pasivos. ¿Inverosímil? Sí, pero no deja de ser interesante, sobre todo cuando se vive en una sociedad que se siente orgullosa de sus "logros", cosas como: un título universitario, teléfono celular, crédito del infonavit, xbox y dvd's. El libro padece de los pecados tradicionales de Ballard, pero se disfruta y te arranca sonrisas irónicas de tanto en tanto. En fin, salvo el de Aira, a quien difícilmente le daré otra oportunidad, espero terminar con estos textos antes de iniciar el 2008. Ya veremos que me deja esa mezcla.