Wellcome to the pornhouse
Lo bueno (o lo malo) de las pláticas en una borrachera, es que más de la mitad de las cosas dichas se desvanecen junto con la cruda. Hace unos días me reuní con 2 de los amigos que me propusieron realizar un videohome porno. Yo, que en un principio no tomé en serio la idea, comencé a entusiasmarme. Mentalmente hice cálculos e incluso solucioné ciertos problemas. De hecho, empecé a bosquejar el videohome. Más que una película sería un sketch, de alrededor de 40 minutos. No era necesario invertir mucha lana, me dije. Lo de Adriana, pensé, son 1,200; en iluminación, video y musicalización no serían más de 1,000; la edición del video y la creación de un master apenas y rebasarían los 500 pesos. Sí, ya sé que la distribución es el verdadero problema. Pero eso ya estaba solucionado. No distribuiríamos. Una vez con el video en nuestras manos acudiríamos a productoras ya establecidas y les mostraríamos nuestro material; además lo enviaríamos a festivales independientes, de esos en los que basta una cámara borracha, tomas pachecas y un tema in para ser considerados cine de autor. Con lo que no contaba era con la respuesta de mis compas, en particular la de David, el más entusiasmado en su momento: Chale, valedor, ese día estaba borracho. ¿A poco creías que era en serio?
La historia
El poco porno nacional que he visto podría dividirse en 3 tipos: features, gonzo, y vouyer. Los features son aquellos que pretenden contar una historia (ver Relatos eróticos mexicanos). El gonzo es sobretodo el porno amateur, el de los swingers y aquellas parejas que se filman y luego intercambian sus videos con otros exhibicionistas como ellos. El vouyer (ver Hoteles de Tlalpan) consiste en supuestas cámaras ocultas que se encargan de robar la intimidad de quienes se refugian en los hoteles. En los features nacionales, como en los que se realizan en todo el mundo, el montaje resulta evidente. Tomas torpes, "actuaciones" más fallidas que el gobierno de Vicente Fox; situaciones inverosímiles (Oh sí, la clásica anecdota de la chava buenota que le paga al mecánico con cuerpomático; o de la estudiante que se gana un 10 con un 69; o del casero que se cobra la renta de manera ventajosa; etc), y sobretodo sexo desganado. Pues bueno, el sketch que empecé a imaginar rompería con todo lo descrito anteriormente. Sería una historia kitsch, una que utilizara sus limitaciones como recursos narrativos, y que cubriera con creatividad los huecos propios de una producción de este tipo. Sobre el sexo, y conociendo a Adriana, el contenido sería hardcore, nada de tibiezas. Filmada con una handycam (como la mayoría del cine gonzo), recrearíamos lo siguiente:
Un grupo de hombres cubiertos con pasamontañas rapta a una chica. Entonces aparece el héroe (un luchador enmascarado), que luego de madrear a los secuestradores acepta el agradecimiento sexual de la chica.
Oh sí, eso es todo, pero imagínenlo con música de Los Straitjackets; con una estética kitsch, pasamontañas y máscaras de luchador. Incluso hice unos cuantos storyboards que ya postearé en su momento.
El factor money
Esa fue la idea que les planteé a mis compas. Vi duda en sus rostros. Vi también reserva. Pero así mismo entusiasmo. Al parecer el mayor inconveniente era el dinero. Yo no voy a producir todo, dijo David. Sobretodo cuando le dije que además del material había que pagar exámenes médicos para que todo fuese transparente. Ah chinga, pero si eso no es necesario, me dijo. Está la seguridad de los performers, contesté. Ah chingá, y ¿nosotros vamos a pagar?, remató David. Sobre la cuota de Adriana, que en su momento me pareció bastante económica, David tenía también su opinión. ¿Y cuanto cobra por palo? preguntó. Como 300, dije, y si quieres servicio especial son 100 más. Pues entonces mejor le pagamos por palo, dijo; por 1200 nos la cojemos todos.
Así fue como me cayó el veinte. Y, como cabe esperar, le solté todo un rollo sobre la falta de iniciativa, de creatividad, sobre la mezquindad de los mexicanos, sobre la "ética" porno, sobre lo que significa arriesgar... todo fue en balde. Al final me propuso que elaborara un presupuesto y un diagrama de flujo en el que se pudieran vislumbrar cada una de las etapas del proyecto. Cuando lo tengas, me dijo, nos lo enseñas y ya veremos si le entramos...
¿Sorprendido?
No me sorprendió la respuesta de David, por el contrario, confirmó lo que ya había pensado cuando él fuese quien me lo propusiera: las pláticas de borrachera deben quedar sólo en eso: desvaríos etílicos. De cualquier manera, la idea ya está sembrada, y no pienso echar a la basura las pláticas que he tenido con Adriana, ni tampoco los storyboards que he hecho. Y aunque sea como experimento privado, ya veré a donde me lleva este camino.